El infectado

Aquella enfermedad no cabía en su pecho
aquella delicada salud junto al lecho
aquel ir y venir del dolor
aquel sufrimiento agarrado al amor
donde la vida es una cruzada
contra una invisible fuerza despiadada

Corral de Almaguer uno de marzo
de dos mil veinte
Corral de Almaguer era nuestro paraíso
absolutamente feliz e inconsciente
en un todo de no ser agredido
y yo quería pensar que nada ha sucedido
y yo quería pensar en cómo sería eso
de levantarme de veras y verlo sano
como muchachito viejo saludando con la mano

tal como si la muerte fuera una sentencia
repentina e inesperada de primavera calavérica
él quería sonreír sin ningún futuro
como un cuerpo moribundo y condenado
se encaró con el verdugo despiadado
porque era lo único que podía esperarse
de un hombre injustamente castigado

en ese instante de fatiga en el abismo
mientras el dolor se ensaña con sadismo
el doliente ennoblece su mirada
sin dejar caer los párpados llénase de calma

los médicos consultan su reloj
ellos dictaminan lo peor
sin prisa y sin fervor
pero el hombre no cede y vence
porque no ha lugar a morir mejor
que esperanzado de que todo recomience.